Entrenador del mes, Raúl Gómez empezó tarde. Su deporte favorito era el baloncesto, práctica a la que se había dedicado desde pequeño. Pero en 2006 estrenó unas zapatillas de correr y desde entonces no ha parado. Su afición se ha convertido en su trabajo y sus carreras se han convertido en un impulso para quienes a veces bajan la guardia y prefieren pasar la tarde en el sofá. Ver a Raúl Gómez y su Maratón Man en televisión tiene efectos secundarios: es casi imposible no calzarte las zapas y salir a trotar un rato.

Tardó cinco años en hacer su primer maratón y cuando lo terminó, aseguró que no repetiría la experiencia, que era demasiado duro. Ya ha corrido más de 14 en 14 ciudades distintas, ha terminado 10 ultratrails y hasta un ironman. Y todo delante de una cámara. Suele recordar esta última experiencia como una de las más límite de su vida. Lo pudimos ver llorar antes de llegar a una meta que ser le hizo casi inalcanzable.

Antes había hecho de reportero en programas dinámicos, espacios como ‘Caiga quien caiga’ en los que hace falta el humor. Empezó en esto de la televisión con 15 años en un programa catalán (es de Santa Coloma de Gramenet) dirigido y presentado por Jordi González, Vitamina N. Allí era un tipo con la sonrisa perenne. Es así como trabaja las carreras y como logra arrancar a los protagonistas de su programa sonrisas y buenas zancadas. Una de las situaciones más divertidas en las que lo hemos podido ver es en el maratón de Tíbet. Allí no son muy aficionados al running y Rául Gómez llegó en el octavo puesto. Bromea sobre la situación: “Es la primera vez que fui top ten en un maratón”.

Es curioso ver cómo se identifican los atletas profesionales y los populares con más kilómetros a sus pies con este corredor divertido. Ha estado en Kenia con los mejores del mundo, como Eliud Kipchoge, en Etiopía, ha corrido los maratones de Nueva York, incluso en Palestina.

La primera temporada terminó con una tendinitis en el hombro porque mientras corre sujeta la cámara ante la que habla y cuenta sus sensaciones, incluso cuando corre un maratón. Y como muchos corredores, guarda en su armario zapatillas viejas con las que ha cruzado metas y hasta las camisetas usadas y medio rotas. Unas camisetas que se han convertido en marca de la casa, como su coleta en lo alto de la cabeza. Dice que lo hace porque así los cámaras lo reconocen entre la multitud de una carrera.

Quién le iba a decir a Raúl Gómez que ese traslado de Barcelona a Madrid para mejorar el trabajo le llevaría a convertirse en un ídolo de runners con Maraton Man. Acostumbrado a jugar a baloncesto con sus colegas, a su llegada a al capital decidió que debía buscar un deporte que le permitiera practicarlo en solitario. Y aquí lo tenemos, enganchado al “veneno” del running y enganchando a quienes lo ven.