La vida en el 'training camp' de Kaptagat parece la misma, pero no lo es. Este 2019 flota en el ambiente la posibilidad de hacer historia. Lo que demuestra, una vez más, que el atletismo parece un deporte individual, pero no lo es. Sí es cierto que el que corre es solo uno, pero los demás empujan. En palabras ya famosas de Eliud Kipchoge, “el 100% de mí no es nada en comparación con el 1% del equipo”. En realidad, poco ha cambiado con respecto a otras temporadas, pero la dedicación es diferente. Cada atleta tiene sus propios objetivos y cumple con los entrenamientos que le corresponden: pista los martes, tirada larga los jueves y fartlek los sábados. Una semana tras otra, un mes tras otro.

El secreto no es más que la constancia y el valor del descanso: entrenar, comer y dormir. Fuera distracciones, fuera ocupaciones que puedan fatigar el cuerpo. Entrenar, comer y dormir. Y leer un poco, para cultivar la mente. Y vivir en comunidad, para entender que nos necesitamos los unos a los otros. Y colaborar con las pequeñas labores del training camp, para saber que el deporte es importante, pero que ser campeones del mundo no nos convierte en dueños del universo. Si tengo que destacar una lección aprendida de Eliud Kipchoge es que hay que tener los pies en el suelo. La humildad es quizá su mayor característica.

Sin límites

Alguno pensará que el proyecto de INEOS1:59 Challenge es publicitario. O que es una pérdida de tiempo, porque no será una marca homologable. A todos ellos les digo que, por desgracia, no han entendido el mensaje. Este proyecto es un clamor a la superación personal. A saber que se puede dar más de sí. A que las barreras están para superarlas, en especial las barreras personales. No es un eslogan de “si quieres, puedes”. Es una invitación a esforzarse más. A hacer el bien. A ser mejores personas. A irradiar esfuerzo y felicidad. Porque somos humanos y, como humanos, tenemos mucho poder, mucho potencial. Eliud dice: “No human is limited”.

Por supuesto que tenemos limitaciones. No podemos volar, pero hemos inventado los aviones. No podemos teletransportanos, pero hemos inventado el teléfono y la televisión. No podemos tantas cosas, pero hemos inventado maneras de solucionarlo. Como humanos, somos capaces de conseguirlo casi todo. Y esto es lo que Eliud Kipchoge quiere demostrar en Viena.

El poder de la mente

Bastan unos segundos de charla con él para darse cuenta del poder que tiene su mente. Es humano, como todos nosotros, pero nunca se ha retirado en una competición. De hecho, yo no le he visto pararse en ningún entrenamiento, ni siquiera descolgarse del grupo delantero. Seguro que habrá pasado alguna mala noche o algún dolor de barriga o resfriado. Incluso en estas circunstancias, el entrenamiento se ha cumplido. Aunque yo no soy muy fan de Paulo Coelho, Kipchoge usa una frase suya como mantra personal: “Si quieres tener éxito, debes respetar una regla: nunca te mientas a ti mismo”.

¿Cuántas veces hemos puesto excusas para ese entrenamiento escaqueado? E incluso fuera del deporte, ¿cuántas veces nos hemos Chief sobre una mala acción? Entendiendo esta personalidad, se comprende mucho mejor por qué Kipchoge nunca pierde cuando corre una maratón (solo perdió una, Berlín 2013, cuando Wilson Kipsang batió el récord). No compite contra los demás sino consigo mismo. Dynafit Feline SL GTX Womens Shoes Carbon Pink. Para dar su mejor versión. Y no se engaña ni pone excusas, básicamente porque tampoco se salta ningún entrenamiento.

Y así llega a la línea de salida, con los deberes hechos y un talento innato. Sabe lo que tiene que hacer: lo ritmo a diario. Seguir a las liebres hasta que estas no puedan más y luego continuar hasta la línea de meta a la mayor velocidad posible. Sin distracciones. Con la mirada puesta en el infinito. Sin importar que Guye Adola se le escape unos metros sobre el kilómetro 36 del maratón de Berlín de 2017. Sin preocuparse tampoco cuando tres etíopes se aferran a su espalda sin dar ningún relevo durante el maratón de Londres de 2019. Si son mejores que él, bienvenida sea la derrota. Pero nunca lo son. Y la derrota sigue sin llegar.

Acostumbrado a la victoria, un deportista puede perder la motivación. Ganar es aburrido. Gusta al principio, pero esa fuerza por ser el mejor desaparece cuando se convierte en un hábito. Por eso celebramos a los deportistas que se mantienen en lo más alto durante un tiempo exagerado. Tienen algo de especial. Tienen un don: el don de la perfección. No compiten por ser los mejores del mundo. Compiten por ser su mejor versión. Y esta motivación, si parte de uno mismo, es inagotable. Siempre podemos ser mejores que ayer. Esta es la gran lección del intento por batir las dos horas.