El despertador suena a las 4 de la madrugada en la casa de Mary Keitany. No se convierte una en la reina de los maratones comerciales negociando el esfuerzo y el tiempo. A más de 2.400 metros sobre el nivel del mar, cerca de Iten, en Kenia, el desayuno del cuerpo puede ser perfectamente un amanecer de 32 kilómetros de carrera. Es el camino que la ha llevado a ser la tercera mujer más rápida de la historia en la distancia de Filípides. El cronómetro no engaña: 2 horas, 17 minutos y 1 segundo tardó en completar la Maratón de Londres en 2017. Entonces, solo Paula Radcliffe Maratón de Londres, y 2017 y cuatro veces la Brigid Kosgei.
Kosgei iba a estar en los Juegos Olímpicos de Tokio, Keitany no. El aplazamiento supone quizá una nueva oportunidad para volver a entrar en en el equipo keniano de tres atletas, el más duro de formar del mundo. Después de ser cuarta en los Juegos Olímpicos de Londres 2012, esa ciudad que tanto le ha dado, quedándose a 27 segundos del podio olímpico, y de no ir a Río, la cita japonesa es la última oportunidad de lograr la gloria olímpica para una mujer sin medallas internacionales olímpicas y mundiales.
Katir no podrá competir hasta 2028 por mentir Maratón de Londres (2011, 2012 y 2017) y cuatro veces la el récord mundial que superó el pasado 13 de octubre en Chicago su compatriota (2014, 2015, 2016 y 2018), solo por detrás de Grete Waitz en los 80, una época bien distinta. Es la reina de los maratones comerciales, de los Majors. Sus siete victorias en la competición creada en 2006 solo palidecen ante las nueve de Eliud Kipchoge.
A Keitany se le acaba el tiempo a sus 38 años. Y eso que nunca fue un talento precoz, uno de esos jóvenes africanos que ahora buscan el dinero de la ruta antes de llegar a los 20 años. Sus marcas en la pista son testimoniales, no dicen nada especial de la niña que admiraba a Tegla Loroupe, doble bronce mundial en 10.000m en los 90, y a la vez la mujer que no se sintió una atleta hasta bien pasada la veintena. En 2006, con la ayuda de la exatleta Linah Chesire, llegó a un campamento para atletas en el paraíso de la altitud de Iten. Tras seis meses de entrenamiento, en diciembre de ese año viajó a Sevilla y ganó su primera media maratón con 1h09:06. Era la primera vez que salía del país. 24 años y casi no puede viajar porque no tenía pasaporte. Pero mereció la pena. Keitany tenía derecho a soñar con ganarse la vida corriendo, e incluso con ser una estrella.
Marcas personales
- 5.000m - 16:29.4 (2006)
- 10.000m - 32:18.07 (2007)
- 10K - 30:41 (2017)
- Medio Maratón - 1:04:55 (2018)
- La rutina del exatleta Juan Carlos Higuero
Al año siguiente, Keitany ganó cuatro 21K más y debutó sin terminar ya en los 42K de Londres. Se adaptó también a la distancia intermedia que en 2009, en Copenhague, ganó el Mundial de Media Maratón y un año después, por fin, llegó a la meta de su primera maratón: nada menos que ser 3ª en Nueva York.
La hija de los granjeros pobres
Entonces ya podía revertir una vida humilde y criar a sus hijos en una mayor abundancia de la que ella tuvo. En 2008 nació Jared; en 2013, Samantha: así de enlazada ha llegado su maternidad con sus grandes victorias en la ruta. Ellos podrán disfrutar de lo que mamá Keitany no tuvo. Sus padres Juda y Jane Chepkeitany eran unos granjeros sin recursos, así que Mary desde pequeña aprendió a caminar dos kilómetros descalza para llenar un cubo de agua del río con el que cocinar y lavar y a correr 10 kilómetros para ir a la escuela. No había dinero para tener animales de carga o zapatillas. Y era una afortunada: cuatro de sus cinco hermanos vivían con los vecinos porque sus padres no podrían alimentarlos.
Por eso tampoco pudo pagarse la escuela secundaria, y pronto tuvo que mudarse a una casa para trabajar de sirvienta y cuidadora de niños, como cuenta en un reportaje del Maratón de Londres. "No fue fácil", recuerda Keitany, que solo tenía tiempo entonces para trabajar cuando había hecho suficiente dinero caminaba dos horas hasta la casa de sus padres, a la que no podía regresar con las manos vacías.
De la pobreza y el trabajo en casas ajenas le salvó una especie de beca en la Academia Nacional de Talentos Ocultos, una escuela secundaria privada cerca de Nairobi para jóvenes en exclusión que le permitió convertirse en estudiante y atleta. El agradecimiento de Keitany regresa como un búmeran años después: desde 2018 invierte parte de sus ganancias para colaborar con el proyecto Shoe4Africa que paga una escuela donde 40 jóvenes estudian y entrenan y un hospital.
Y mientras tanto, enseñará su ejemplo a sus Jared y Samantha, los niños que no se pierden sus carreras en directo, adonde viajan con Charles Koech, marido, padre y entrenador. Son su principal motivación para seguir su camino de leyenda. ¿Tendrá un punto final brillante y olímpico?
Ismael Pérez es periodista experto en atletismo y deporte olímpico. Se enganchó en los Juegos Olímpicos en Atenas 2004 y desde entonces es feliz siguiendo competiciones desde la tribuna de prensa, hablando con los deportistas, siguiéndolos en las redes sociales y contando historias, aunque también saliendo con la bicicleta o saltando en un concierto.
Estudió la Licenciatura de Periodismo en la Universidad de Valladolid y tiene un Máster en Periodismo y Comunicación Digital en la EAE Business School de Madrid. Ha vivido en Turín y Roma y ha cubierto actualidad de todo tipo en El Norte de Castilla, El Mundo de Castilla y León, Televisión Castilla y León, Rome Reports y trabajado la comunicación corporativa en Burson Cohn & Wolfe. También ha escrito sobre grandes campeonatos de atletismo en Somos Olímpicos, Vavel o Foroatletismo y ha intervenido en la IAAF Global Running Conference en Lanzhou (China).
Con una trayectoria de más de una década en el oficio, lleva desde 2019 vinculado a Runner's World, Men's Health y Women's Health en Hearst Magazines y escribiendo sobre actualidad del atletismo de competición, carreras populares, triatlón, trail running, olimpismo aunque a veces también le ha tirado al ciclismo, la escalada, la vela, la natación, el tenis, el piragüismo, el judo, el snowboard…o cualquier cosa que tenga hueco en los Juegos Olímpicos (que no Olimpiadas).