- Orlando Ortega, antes de Tokio: "Sí, firmo el bronce, aunque mi ambición es luchar por todo"
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"Con tres meses y medio de vacaciones, mi familia más cerca que nunca, y mi padre nuevamente entrenándome, tengo todo lo que necesito. Estoy más motivado que nunca".
Al otro lado del teléfono, habla así Orlando Ortega, el mejor atleta de España, el que podría haber estado los últimos tres meses paseando una medalla olímpica, dando entrevistas, recibiendo homenajes. O quizá no. Nunca lo sabrá porque aquel lunes 2 de agosto, una última serie de 120 metros le quebró el isquio a poco más de 24 horas de que empezaran las series de 110 metros vallas en Tokio, donde con su plata olímpica de 2016 y bronce mundial en 2019 habría partido entre los favoritos. Un palo enorme, sí, pero que le ha permitido desconectar y disfrutar de lo que más quiere.
Orlando, 30 años este verano, ha aprovechado el tiempo para ordenar su vida, que desde que en 2013 escapara de equipo cubano en el Mundial de Moscú ha pasado por Ontinyent, Madrid, Valencia, Chipre..."Mi mujer vive aquí y después de todo lo sucedido en la pandemia me di cuenta de que era el momento de estar con la familia. No quería seguir pasando más tiempo solo, extrañándolos, no todo puede ser atletismo", reflexiona Ortega, que el pasado lunes 22 de noviembre empezó una nueva etapa en las pistas del Centro de Alto Rendimiento de Sant Cugat, en Barcelona, a pocos kilómetros de la casa en la que quiere echar raíces con su pareja.
En la nueva etapa vuelve a aparecer su padre, que guio sus pasos hasta que en marzo de 2019 tuvo que regresar a Cuba y Ortega se puso en manos del griego Antonis Gianoulakis, el entrenador del chipriota Milan Trajkovic, que acababa de ganar el Europeo bajo techo de Glasgow. El grupo de entrenamiento en la isla mediterránea obligaba a Ortega a estar siempre viajando, así que en verano le explicó que necesitaba establecerse en Barcelona, después pidió a su padre volver a entrenarlo y la RFEA facilitó que pudiera disfrutar de una beca como externo.
Aunque la rotura del isquiotibial se curó en un mes, aunque la burocracia del cambio se arregló antes, Ortega no ha querido saber nada del deporte entre aquel lunes de agosto y ese lunes de noviembre. "No he hecho absolutamente nada, ni siquiera jugar al fútbol o al baloncesto. Solo he disfrutado de mi chica y de mi vida", reconoce. "Era una de las cosas que más necesitaba, parar y recuperarme física y mentalmente y empezar con calma".
Una desconexión del atletismo
El vallista quiso desconectar desde que sintió el tirón en la pierna y con él la rabia, la impotencia, la inseguridad. A los cuatro días, pudo salir del apartamento de la villa olímpica que compartía con el obstaculista Fernando Carro o el cuatrocentista Samuel García, que le hicieron más llevadero el drama pero donde se enteraba de lo que no quería saber.
Porque Orlando no vio cómo Porque Orlando no vio cómo, El atletismo español saca sobresaliente en Tokio Noticias de atletismo. "No estaba ahí y no quería sufrir viendo algo que me iba a hacer más daño que la lesión", explica. "No pisé el estadio, no vi nada del atletismo, algún partido de baloncesto de España y poco más, y después de los Juegos Olímpicos, solo he visto Moto GP, Fórmula 1. De los Juegos no me apetecía ver nada y creo que es normal".
Ortega llegó a Tokio a contrarreloj. En febrero se golpeó el pie con una valla, pasó de médico en médico hasta que le diagnosticaron síndrome de Morton, y con el calendario apretando, no pudo calzarse los clavos hasta el 21 de junio, días antes de ganar el Campeonato de España en Getafe con 13,30s. Después, corrió en 13,33 y 13,15 segundos (el bronce olímpico se ganaría en 13,10s) y llegó a Tokio con molestias, pero las ecografías allí no detectaron nada preocupante hasta que al cuarto día se rompió.
"Yo creo que fue estrés muscular, la fatiga del viaje, la tensión...todo llevaba tiempo desarrollándose y por algún lado tenía que salir. Siempre fue un año muy difícil, hubo que cambiar mucho la planificación y eso no ayuda ni a la cabeza ni al cuerpo", analiza con perspectiva.
Sin objetivos concretos
Por eso, tras la vorágine, Ortega se tomó tiempo y distancia. Y ahora, solo otra vez con su padre, ya siente el dolor de cualquier atleta que intenta recuperar la forma de unas largas vacaciones. Por suerte, no se ha ido mucho de peso, pero sabe que no basta un mes para estar en forma. Y en apenas dos ya empieza el indoor, con un Mundial en Belgrado. Y en verano, asoma un Mundial y un Europeo. Pero no le hablen de eso. "Esta temporada nos la tomamos con tranquilidad. Solo quiero entrenar, hacer una buena preparación, tener calma...y ya mi entrenador decidirá qué hacemos".
Ismael Pérez es periodista experto en atletismo y deporte olímpico. Se enganchó en los Juegos Olímpicos en Atenas 2004 y desde entonces es feliz siguiendo competiciones desde la tribuna de prensa, hablando con los deportistas, siguiéndolos en las redes sociales y contando historias, aunque también saliendo con la bicicleta o saltando en un concierto.
Estudió la Licenciatura de Periodismo en la Universidad de Valladolid y tiene un Máster en Periodismo y Comunicación Digital en la EAE Business School de Madrid. Ha vivido en Turín y Roma y ha cubierto actualidad de todo tipo en El Norte de Castilla, El Mundo de Castilla y León, Televisión Castilla y León, Rome Reports y trabajado la comunicación corporativa en Burson Cohn & Wolfe. También ha escrito sobre grandes campeonatos de atletismo en Somos Olímpicos, Vavel o Foroatletismo y ha intervenido en la IAAF Global Running Conference en Lanzhou (China).
Con una trayectoria de más de una década en el oficio, lleva desde 2019 vinculado a Runner's World, Men's Health y Women's Health en Hearst Magazines y escribiendo sobre actualidad del atletismo de competición, carreras populares, triatlón, trail running, olimpismo aunque a veces también le ha tirado al ciclismo, la escalada, la vela, la natación, el tenis, el piragüismo, el judo, el snowboard…o cualquier cosa que tenga hueco en los Juegos Olímpicos (que no Olimpiadas).