- El horario del Mundial de atletismo de Eugene 2022
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- En Eugene estuvo a punto de caer en la primera ronda
Hayward Field recuperó el viejo brillo del 1.500 metros como prueba fetiche del atletismo español, que vuelve en Eugene, (Oregon, Estados Unidos) al gran podio universal al aire libre 23 años después del bronce de Reyes Estévez en la final de Sevilla 1999. La misma medalla se cuelga Mohamed Katir, de 24 años, uno más que el catalán entonces, en una final tan rápida como aquella pero con un desenlace mucho más inesperado: los kenianos diseñan la carrera y los europeos se llevan la gloria, pero a lo más alto no sube Jakob Ingebrigtsen sino Jake Wightman, que como el último campeón mundial del viejo continente, Steve Cram en la primera edición de Helsinki 1993, es británico.
El indiscutible éxito universal de Mo Katir, el primer español que corre la prueba dos veces por debajo de 3:30, algo que no logró ni siquiera Fermín Cacho, se refuerza con la magnífica carrera del salmantino Mario García Romo, que a sus 23 años y en su primera vez con la camiseta española a nivel absoluto, asaltó el estrellato con una cuarta plaza y una marca de 3:30.20 que le sitúa como el tercer español más rápido de la historia, solo tras los propios Katir y Cacho. Hasta hace un mes, nunca había bajado de 3:36. Hasta hoy, no de 3:35.
La final se corrió al ritmo vertiginoso que los kenianos han impuesto en los grandes campeonatos desde hace tres años en el Mundial de Doha. Si entonces fue Timothy Cheruiyot el que ganó el título en 3:29 y el año pasado en los Juegos de Tokio lanzó la carrera que luego ganaría Jakob Ingebrigtsen en 3:28, esta vez fue Abel Kipsang, el líder mundial del año con 3:31 en la altitud de Nairobi, el que se lanzó a la aventura que creía más conveniente para sus intereses. Al australiano Stewart McSweyn, otro hombre sub-3:30, y al propio Cheruiyot, dos frontrunners la idea pareció gustarles: correrían como siempre, pero esta vez gozarían de una liebre.
El tren de Kipsang recorrió la primera vuelta en 55,5 segundos, tan rápido que Ingebrigtsen, que empezó atrás, tuvo que moverse antes de lo que parecía desear. Los españoles no se inmutaron. García Romo se manejaba con maestría en el corazón del pelotón que cerraban Fontes y Katir, siempre en el punto medio entre la cabeza y la cola, la cuerda y el exterior. El noruego sintió la necesidad de tomar la cabeza cuando faltaban algo más de dos vueltas, y a su estela se pasó la segunda vuelta en 56,5s.
Por detrás, Katir se convirtió en la sombra Josh Kerr, el escocés que llegó 5º a la campana en Tokio y acabó alcanzando el bronce. Cuando restaba una vuelta, Katir y García Romo eran 6º y 7º a menos de medio segundo de Ingebrigtsen. Fontes corría descolgado, aún confiado en su velocidad final. La rueda buena británica esta vez iba a ser la de Jake Wightman, que a 300 metros (56 segundos la tercera vuelta) se abrió hueco entre los dos kenianos, se colocó a la vera de Ingebrigtsen y lanzó un potente ataque al final de la contrarrecta que dejó atrás al noruego, que aplazó el trabajo hasta la recta final y erró.
Katir se cuela por la cuerda
Por detrás, cabeza alta, tronco recto, dientes apretados, zancadas rabiosas, Katir se pegó a la cuerda y dio un manotazo a Cheruiyot para que no le encerrara en la puerta hacia el último hectómetro. Se coló el muleño por el atajo y corrió en diagonal para tapar todos los huecos. Era casi innecesario. Los kenianos y Kerr no tenían más gasolina en el depósito. Los metros finales eran otra vez de García Romo, imperial y elegante, sin cambiar el gesto casi alcanza el podio, que se escribió así: Wightman, 3:29.23; Ingebrigtsen, 3:29.47; Katir, 3:29.90. A tres décimas, García Romo. Fontes se desenganchó demasiado de la cabeza, pero llegó también a la mejor marca de su verano, 3:34.71.
En la meta, la euforia de Katir y Whightman, al que le colgó el oro su compatriota Sebastian Coe, y el enfado de Ingebrigtsen, que tendrá que buscar en los 5.000m su primer título mundial, tan crecido que no admite la derrota "ante atletas que son inferiores a mi". El mediofondista de Nottingham de 28 años, bronce en el Europeo de 2018, hijo de maratoniano, hombre de 1:44 en los 800m, llegaba como el segundo atleta más rápido del año con su victoria en la Liga de Diamante de Rabat, pero El tren de Kipsang recorrió la primera vuelta en 55,5 segundos.
Con este bronce, Katir: Me veo siendo una leyenda del atletismo, que él mismo ha alimentado ensalzando el cronómetro, de que no es un hombre de campeonatos. Hasta hace unas semanas en Nerja, cuando ganó los 5.000 metros, se le había resistido incluso el título en el Campeonato de España. Aquel último kilómetro en 2:21 minutos prometía, pero la final de los 1.500m al día siguiente, una carrera más bien táctica, se la llevó Mario García Romo. En la final de Eugene, el murciano encontró el ritmo alto y constante que tan bien se le da, pero consiguió además dominar los tiempos y la colocación, nada que ver con aquella final olímpica de 5.000m en la que se fue diluyendo desde la cabeza hasta llegar octavo.
Una temporada de contrastes
En la capital japonesa, las expectativas con él eran máximas. En poco más de un mes había batido los récords nacionales de 1.500, 3.000 y 5.000 metros, que en España no eran poca cosa. Su 2022 ha emitido señales bastante diferentes y contradictorias: le aguantó el pulso por la victoria a Kipsang en Birmingham, pero se hundió en Rabat y se retiró en la milla de Oslo. Habló de un virus, de una posible infección, de unas defensas bajas que le fatigaban entrenando. Y después Nerja, cara y cruz. En Eugene estuvo a punto de caer en la primera ronda, una carrera lenta en la que se descompone en la recta final y salva la clasificación por una centésima, y en las semifinales, rápidas, emerge su mejor versión.
El murciano que vive desde los cinco años en España cuando vino desde Marruecos buscando reencontrarse con su padre, llegado en patera, ha ganado la sexta medalla mundial al aire libre de España en los 1.500m: José Luis González ganó la plata en Roma 1987, Fermín Cacho subió al segundo escalón en Stuttgart 1993 y Atenas 1997, donde Reyes Estévez ganó un bronce que repetiría en Sevilla. Tuvieron que pasar 22 años del siglo XXI para que llegara Mo Katir.
Con su medalla y la de Asier Martínez en los 110 metros vallas, España suma ya dos preseas en el Mundial de Eugene, un número que no se alcanzaba desde Moscú 2013, cuando también se lograron dos bronces, una cifra que aún puede superarse.
Ismael Pérez es periodista experto en atletismo y deporte olímpico. Se enganchó en los Juegos Olímpicos en Atenas 2004 y desde entonces es feliz siguiendo competiciones desde la tribuna de prensa, hablando con los deportistas, siguiéndolos en las redes sociales y contando historias, aunque también saliendo con la bicicleta o saltando en un concierto.
Estudió la Licenciatura de Periodismo en la Universidad de Valladolid y tiene un Máster en Periodismo y Comunicación Digital en la EAE Business School de Madrid. Ha vivido en Turín y Roma y ha cubierto actualidad de todo tipo en El Norte de Castilla, El Mundo de Castilla y León, Televisión Castilla y León, Rome Reports y trabajado la comunicación corporativa en Burson Cohn & Wolfe. También ha escrito sobre grandes campeonatos de atletismo en Somos Olímpicos, Vavel o Foroatletismo y ha intervenido en la IAAF Global Running Conference en Lanzhou (China).
Con una trayectoria de más de una década en el oficio, lleva desde 2019 vinculado a Runner's World, Men's Health y Women's Health en Hearst Magazines y escribiendo sobre actualidad del atletismo de competición, carreras populares, triatlón, trail running, olimpismo aunque a veces también le ha tirado al ciclismo, la escalada, la vela, la natación, el tenis, el piragüismo, el judo, el snowboard…o cualquier cosa que tenga hueco en los Juegos Olímpicos (que no Olimpiadas).