Almidón resistente, clave a la hora de perder peso. Se trata de una clase de almidón que no se digiere de manera completa por nuestro organismo; actúa de manera parecida a la fibra, alimentando las bacterias intestinales y también ralentizando el proceso digestivo. Una vez consumido, el almidón resistente implica un mayor trabajo digestivo a nuestro cuerpo y alimenta las bacterias intestinales fomentando la evacuación así como la proliferación la flora colonica que beneficia al organismo. Este tipo de almidón exige mayor trabajo metabólico pero también, no se absorbe totalmente, por lo tanto, las calorías que ingerimos son inferiores a las que obtenemos de un hidrato refinado o un almidón más digerible. (Los 50 alimentos con más hidratos de carbono en tu dieta).

Entre sus propiedades, el almidón resistente destaca por la fermentación que genera en nuestro intestino y su escasa absorción, lo que puede ayudarnos a perder peso. Un estudio reciente afirma que la ingesta de almidón resistente puede favorecer la regulación del apetito, el hambre y el peso corporal.

nevera
vandervelden//Getty Images

Enfriar los alimentos en la nevera

El arroz o la patata, una vez enfriados en el frigorífico, reducen su índice glucémico y actúan como prebióticos al mismo tiempo. "Enfriando alimentos con hidratos de carbono, como la patata o el boniato, se modifica por completo su estructura, de forma que las cadenas de amilosa se enrollan entre sí produciendo la retrogradación del almidón. Se forma así un almidón resistente al proceso digestivo: las enzimas no son capaces de digerirlo, de romperlo en sus unidades mínimas (glucosa) y queda disponible para que bacterias, hongos y levaduras lo puedan fermentar, lo que ayuda a mejorar nuestra microbiota. Ya no seremos nosotros, sino nuestros microbios intestinales los que se den todo un festín”, explica Jesús Sanchís, nutricionista e investigador de la Universidad de Valencia. (Salud y lesiones).