Un dolor fortísimo en el pecho no es el único síntoma de que un ataque al corazón está al acecho. De hecho, muchas personas no experimentan los síntomas clásicos como el dolor intenso y opresivo en el pecho que se extiende por el brazo, la falta de aliento o los sudores, nos cuenta el doctor Steven Nissen, presidente del departamento de medicina cardiovascular en la clínica Cleveland Clinic.

Los ataques al corazón se producen cuando una arteria obstruida para el flujo de sangre rica en oxígeno hasta el corazón. Los síntomas son muy variados dependiendo de la edad, el estado físico, el lugar en el que se produce el bloqueo y la gravedad del ataque al corazón.

Los seis hombres que vas a conocer sufrieron, todos ellos, un ataque al corazón, pero los síntomas que experimentaron van a sorprenderte. No te pierdas sus historias.

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Lee siempre caminaba casi un kilómetro hasta llegar a su trabajo como abogado en una agencia estatal de Boston. Una mañana de primavera, sintió que le faltaba un poco el aliento y pensó que estaba a punto de agarrarse un resfriado.

Más tarde por la noche, sintió que al subir los tres tramos de escaleras hasta su apartamentos le faltaba el aire más que en otras ocasiones. Le pareció raro pero, como se había hecho un examen médico con buenos resultados hacía una semana, Lee, de 39 años, quitó importancia al asunto.

Pero, después de cenar, se sentó en el sofá para ver la tele y enviar unos e-mails. Y en ese momento empezó a dolerle el pecho y tuvo una sensación cada vez mayor de tener ganas de vomitar.

«Supe que algo iba muy mal», comenta Lee.

Aunque no encajaba en el patrón de personas con cardiopatías (era joven, estaba en forma, tenía un peso saludable y no fumaba ni bebía ni se drogaba), el dolor en el pecho le hizo acudir a Google y buscar los síntomas de un ataque al corazón.

Decidió que los síntomas que había en internet coincidían lo suficiente con su estado en ese momento y decidió acudir al hospital, para salir de dudas.
Cuando llegó, estaba pálido, no podía respirar y tenía un dolor intenso en el pecho. Tras una revisión, un sensor en el dedo para medir los niveles de oxígeno en la sangre y un electrocardiograma, estaba claro que todo indicaba que le estaba dando un ataque al corazón.

Los médicos le suministraron pastillas de nitroglicerina para abrirle las arterias y le metieron rápidamente al quirófano para colocarle un stent para solucionar la obstrucción.

«El dolor desapareció casi de inmediato», nos cuenta.

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Traynor, un realizador y actor que vivía en las afueras de Chicago, cambió su vida a los 40: Dejó de beber y de fumar, se hizo vegetariano y empezó a practicar yoga. Además, adelgazó 22 kilos. Sus niveles de triglicéridos y colesterol, que antes eran altos, volvieron a la normalidad.

Así que cuando se despertó un domingo por la mañana con dolor en el cuello y los tríceps, se dijo así mismo que se había pasado practicando la postura del chaturanga. También empezó a sentirse cada vez más cansado y a tener una sensación generalizada de preocupación que vinculó a tener un nuevo bebé, un cachorrito, y un enorme proyecto laboral ante sí.

Pero, en realidad, esos síntomas eran los de un ataque al corazón: Los nervios que conectan nuestro corazón con nuestro cerebro no envían señales de dolor específicas de la misma forma que lo hace la piel y otros de nuestros órganos, así que el dolor que podemos esperar es muy difícil de detallar, dice Nissen. Por eso puede aparecer en cualquier parte, desde tu estómago, tu cuello hasta tus brazos.

El cansancio es una buena señal de que tu corazón no aguanta las órdenes que está recibiendo. Esto puede desencadenar ansiedad o un sentido de preocupación, similar al que tuvo Traynor.

Aún así, Traynor no pensó demasiado en ello hasta que comenzó a sentirse con ganas de eructar, le entraron sudores y se mareó mientras paseaba a su perro esa misma tarde. Se sintió lo suficientemente mal como para detenerse y buscar en su teléfono cuáles eran los síntomas de un ataque al corazón.

En todas las entradas hablaban de dolor en el pecho o de opresión torácica, algo que Traynor no sentía. Pero su mujer insistió en llevarle hasta el hospital.

Durante una prueba que se llama cateterismo cardíaco (que consiste en que los médicos introducen un tubo delgado y flexible por un vaso sanguíneo de la ingle), descubrieron que una parte de su arteria coronaria derecha estaba totalmente obstruida. Introdujeron otro tubo con un stent para abrirla, un procedimiento que se denomina intervención coronaria percutánea o angioplastia.
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Pero pasados un par de meses, el subidón que le había producido salir ileso dio lugar a sentimientos de miedo y a un dañino episodio de tristeza. De hecho, los supervivientes de un ataque al corazón tienen tres veces más riesgos de sufrir una depresión que el resto de la población, según la Asociación estadounidense del corazón.

No tardó en comprender que solo no iba a salir de esta, al igual que solo no hubiera podido introducirse el stent. Habló con su médico quien le recetó antidepresivos y terapia para mejorar su estado de ánimo y sensación de bienestar.

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Kalun Lee, 45 años, Washington, D.C: 25 Un electrocardiograma reveló que, de hecho, estaba teniendo un importante ataque al corazón

El colesterol alto, a Ivany, le venía de familia: De hecho, su predisposición genética a tenerlo (a su madre le habían tenido que poner un cuádruple bypass a los 37 años) fue tratada como tema central en un documental de PBS sobre la materia.

Eso ocurrió cuando Ivany tenía 16 años. En ese momento, los médicos ya le hacían pruebas de colesterol y descubrieron que tenía la misma enfermedad. A partir de ese momento, no se salió de lo que le habían indicado, se controlaba los niveles tomando medicamentos que reducen el colesterol a base de estatinas, siguiendo una dieta y haciendo ejercicio.

Pero pasados nueve años, cuando tenía 25 años, Ivany empezó a sentirse atontado y con frío mientras iba de compras con su mujer. Pensó que había cogido una gripe pero, al no desaparecer esos síntomas y comenzar a vomitar, su mujer Haley le convenció para ir al hospital.

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Utilizaron dos stents para abrir sus arterias, que estaban obstruidas casi por completo. Cuando introdujeron el primero, «fue como si quitaran de encima de mi pecho miles de kilos», nos cuenta. Llevaba un tiempo sintiéndose cansado y hecho polvo pero echaba la culpa al estrés del trabajo.

Gracias a que, aparte de lo ocurrido, Ivany estaba en buena forma y sano, no se produjeron daños duraderos para su corazón.

Ahora toma un inhibidor de la PCSK9 de reciente homologación que se llama Repatha que ayuda con buenos resultados a las personas que tienen el colesterol alto por razones genéticas y que no responden bien a otros medicamentos tradicionales como las estatinas. Puede jugar al rugby y hacer CrossFit sin ningún problema.

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«Me da miedo», comenta, «he tenido que pasar por esto siendo muy joven y no estoy seguro de que sea justo dejar esta herencia».

Nombre: Steve VandenBerg, 52 años, San Juan Capistrano, California
Kalun Lee, 45 años, Washington, D.C: 22 Calendario carreras populares Madrid 2023

Mientras corría la carrera de 10 kilómetro Dana Point Turkey Trot, una tradición familiar de todos los años, VandenBerg recuerda que chocó los cinco con su hija cuando le adelantó en la curva que había a mitad de la carrera. El siguiente recuerdo de Steve, de 48 años de edad, le lleva a pasados tres días, cuando se despertó en el hospital.

VandenBerg no recordaba haber sentido nada fuera de lo normal ese día, el de la carrera, pero echando la vista atrás, sí que se acuerda de que sintió un ardor leve en el pecho por la mañana, a primera hora, durante unos cuantos meses atrás. Pensaba que era un resfriado porque desaparecía al calentar.

Su mujer le ayuda a recordar, sentada al lado de su cama: VandenBerg, un hombre que hacía ejercicio regularmente y tomaba un medicamento con bajos niveles de estatina para mantener su alto colesterol a raya, se desmayó tras dos kilómetros y medio. Un bombero que corría a su lado, se acercó rápidamente para hacerle una reanimación cardiopulmonar.

Los daños que se producen durante un ataque al corazón pueden ocasionar una arritmia, un problema que afecta a la actividad eléctrica del corazón y puede costarnos la vida, dice Nissen. Eso es exactamente lo que le pasó a Vandenberg.

En 10 minutos, los paramédicos utilizaron un desfibrilador externo automático (DESA) para tratar la parada cardio respiratoria y restablecer el ritmo cardiaco antes de enviarlo rápidamente a urgencias.

En urgencias, le pusieron dos stents para abrir sus arterias obstruidas y le sometieron a terapia hipotérmica (que utiliza bajas temperaturas y un coma inducido de forma controlada para que baje el ritmo de los sistemas corporales y se reduzca el daño cerebral y cardíaco).

Actualmente, además de estatina, también toma aspirinas infantiles para los coágulos y un beta bloqueador para controlar la presión sanguínea. Los médicos le implantaron también un desfibrilador para enviar descargas eléctricas al corazón si las necesita.

Y sigue corriendo la Trukey Trot todos los años, tras hacerse un ecocardiograma de esfuerzo para comprobar que no hay nuevas obstrucciones.

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«Al año siguiente la carrera coincidía con mi cumpleaños (cumplía 50), así que mi objetivo fue correr los 10 kilómetros en 50 minutos, dice VandenBerg. Y lo conseguí. Ese fue el día en que volví a sentirme normal».

Nombre: Paul Traynor, 44 años, Wilmette, Illinois
Kalun Lee, 45 años, Washington, D.C: 30 Steve VandenBerg, 52 años, San Juan Capistrano, California

A los 23 años, Choudhry no tenía ningún caso en su familia de ataques al corazón y sí tenía una rutina muy implantada en el gimnasio: No le faltaban razones para pensar que su dolor de cuello estaba causado por una distensión muscular por hacer dips para tríceps. Y tanto sus padres como su hermana, que todos eran médicos, estaban de acuerdo.

Durante las siguientes cuatro semanas, el dolor empeoró y se extendió a la mandíbula, el pecho, la parte superior de la espalda bajando por sus brazos. Aún así, un médico de cabecera y especialista ortopédico al que consultó no encontró motivos serios de preocupación.
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«Era la mayor cantidad de dolor que podía concebir que un ser humano pudiera aguantar», dice. «Leí un artículo en el que alguien explicaba que era como si un elefante te aplastara el pecho y es exactamente eso lo que se siente».

Se desplomó en su casa y le llevaron rápidamente en ambulancia a urgencias. Allí, un electrocardiograma reveló un ataque al corazón.

Lo que pensaba que era una distensión muscular, era realmente una arteria diseccionada, una rotura en la pared de un vaso sanguíneo principal que privaba a su corazón de oxígeno.

Tuvo que someterse a cirugía a corazón abierto para que le implantaran un bypass doble para redirigir la sangre y que no pasara por la arteria dañada. Describe el dolor que sintió luego como «atroz» pero mucho menor que el que había sentido cuando le había dado el ataque.

Poco a poco comenzó la recuperación aunque tuvieron que pasar cuatro años y varios pequeños ataques para que Choudhy diera con la causa subyacente de su arteria diseccionada.

Al final le diagnosticaron el síndrome de anticuerpos antifosfolipídicos , un trastorno autoinmune poco común que había dejado a su corazón «plagado de coágulos». No suena nada bien pero, de hecho, es bastante fácil de tratar con medicamentos anticoagulantes.

Choudhry cree que gracias a su experiencia algunas de sus mejores cualidades, como su voluntad de afrontar riesgos y mantenerse tranquilo en momentos de crisis, afloraron. Pero el ataque el corazón y los ataques posteriores le marcaron. Tuvo que ir a terapia para tratar un trastorno resultante del estrés postraumático y dice que espera, con miedo, a que vuelva a ocurrir algo malo.

Nombre: Ted Brasseur, 63 años, Strongsville, Ohio
Kalun Lee, 45 años, Washington, D.C: 17 de enero de 1996
Al volver a casa después de hacer una visita comercial en enero, Brasseur, un agente de ventas de 42 años, empezó a sentir lo que él interpretó como una indigestión (una sensación de ardor justo debajo del esternón).
Pensó que darse un baño era una buena idea y a ello se puso, o lo intentó. Bajó las escaleras en su albornoz, se sentó en una mecedora junto a su mujer y perdió el conocimiento.

Cuando se produce un ataque al corazón, el músculo cardiaco se para de repente haciendo que la zona dañada se contraiga y reduciendo la cantidad de sangre que bombea. Eso disminuye la velocidad con la que el flujo sanguíneo llega al cerebro lo que a su vez ocasiona pérdidas de conciencia, comenta Nissen.

Su mujer llamó al 911 y le puso en el suelo. Cuando llegaron los de emergencias, estaba azul debido a la falta de circulación. Los paramédicos le practicaron una reanimación cardiopulmonar utilizando un desfibrilador hasta que se quedó sin batería.

Cuando llegó al hospital, los médicos de urgencias consiguieron estabilizarle. Luego le transfirieron a otro hospital donde tuvo que someterse a una operación a corazón abierto para abrir cuatro arterias obstruidas. Actualmente, existen otras muchas opciones muy poco invasivas aunque algunas personas, incluidas aquellas que ya han tenido que someterse a una operación cardiaca antes, tienen que seguir por la vía tradicional.

La recuperación fue difícil. Ya que dos de las arterias obstruidas eran principales, el corazón de Brasseur sufrió graves cicatrizaciones. También sufrió una pérdida de memoria a corto plazo debido a la falta de flujo sanguíneo al cerebro.
«Pasaron cuatro meses hasta que pude volver a incorporarme al trabajo a jornada parcial, estoy hablando de tan solo de dos a cuatro horas al día», comenta.
A finales del año siguiente, durante el otoño de 1997, Brasseur sintió malestar general y dolor en la mandíbula cada vez más fuerte. Los médicos le practicaron, debido a su historial, un nuevo cateterismo cardiaco. Las pruebas revelaron que una de las arterias había vuelto a obstruirse, así que tuvo que ser operado a corazón abierto de nuevo.
Ahora tiene que tomar medicamentos como inhibidores de la ECA, nitratos y estatinas para que su corazón siga trabajando correctamente. Además, tiene que lidiar con los efectos secundarios de la medicación y con problemas de salud que no se han resuelto, como fatiga y problemas de visión, y que se derivan del daño cardiaco sufrido.

Vía: Runner's World. Traducción: blarlo.com