Estoy en mi minúscula cocina mirando fijamente a la nevera. No estoy buscando nada dentro de la nevera. Estoy mirando lo que he colgado en ella: un calendario de entrenamientos para hacer una maratón.

El plan ocupa dos hojas. No me entraron 16 semanas de entrenamientos en una sola página y solo eso ya me crea ansiedad todas las mañanas a medida que empiezo a revisar el entrenamiento previsto para ese día. El calendario está lleno de garabatos de color rojo, un método que utilizo para introducir cambios porque, además de entrenar para una maratón, también entreno para conseguir tener una vida. Echar un vistazo por ese horizonte rojo me hace pensar en volver a la cama en vez de en atarme las playeras.

No estoy seguro del momento exacto en el que mi relación con salir a correr se volvió tóxica. Ahora, correr unos kilómetros ya no me libera del estrés para poder así enfrentarme a un ajetreado día, ya no es el momento en el que medito o soluciono mis bloqueos mentales. Ahora, salir a correr, ha empezado a generarme todavía más estrés. Poner la alarma para salir a correr temprano me genera miedo en vez de ganas y al preparar la ropa para el día siguiente, resoplo con exasperación. Podréis imaginar que no tengo la cabeza como para disfrutar con salir a correr.

Todos estos signos pueden estar indicando un problema, y según David Siik, corredor experimentado y creador de Precision Running en Equinox, Los Angeles tiene que ver con, pues sí, conmigo.

Muchos corredores cometen el error de pensar que [su relación con] salir a correr es exclusivamente emocional, comenta. La realidad es que depende por igual de dos partes distintas: nuestras emociones respecto a salir a correr y nuestra actitud respecto a salir a correr. Las dos están conectadas pero son diferentes, comenta. Si salir a correr te genera estrés, estás sintiendo una emoción. Y esa emoción, muy probablemente, ha aparecido por un cambio de actitud.

Eso tiene sentido. La positividad relacionada con la liberación de endorfinas no es el único sentimiento relacionado con salir a correr. También está el sentimiento de culpa que me inunda cuando me pierdo el cumpleaños de algún amigo porque estoy en una carrera o la frustración que siento cuando no consigo mis objetivos o el estrés que me produce tener que comprar otro nuevo par de playeras.

Todos estos ejemplos tienen una connotación negativa porque, en ese momento, se ha adoptado una actitud negativa hacia salir a correr. Y eso, a su vez, me hace sentir estresado y no solo afecta al cerebro. El estrés continuado [como el experimentado durante las de 16 a 20 semanas que dura un entrenamiento para una maratón] puede afectar seriamente a tu sistema nervioso, causando un aumento de los niveles de cortisol y modificando los niveles de testosterona, comenta Siik. Según la Asociación Estadounidense de Psicología, se puede producir un efecto dominó que desencadene otros problemas físicos o problemas serios de salud que incluyen ansiedad, dolor muscular y un sistema inmunitario debilitado.

Por Redacción Runners World NeuroImmunoModulation reveló que las personas que corren en maratones por afición y que han experimentado altos niveles de estrés percibido, ansiedad o preocupación eran más susceptibles de tener un sistema inmunitario debilitado similar al experimentado durante largos episodios de entrenamiento físico. Y un estudio de 2012 publicado en Salud y lesiones reveló que el estrés psicológico crónico reduce, de hecho, la recuperación muscular tras un periodo de ejercicio de resistencia.

El estrés relacionado con salir a correr puede convertirse en un círculo doloroso, comenta Siik. Pero es posible romper ese círculo. La clave está en descubrir la causa de tu actitud negativa actual hacia salir a correr y tomar las medidas necesarias para cambiarla. Te contamos cómo.

Lesiones

Salir a correr es, por definición, un elemento estresante para el cuerpo, comenta la doctora Kate F. Hays, una psicóloga deportiva y directora de The Performing Edge en Toronto. Eso no tiene por qué ser algo malo hasta que empieces a tener una lesión tras otra. Cuando eso ocurra, tienes dos opciones: bajar de ritmo y solucionar el problema adecuadamente o esforzarte más porque te molestaría muchísimo perderte la oportunidad de mejorar tu récord personal.

Si eliges la última opción, será fácil que adoptes una actitud de resentimiento. Y la forma de hacer que salir a correr te genere un estrés positivo es seguir un plan que sea efectivo para tu cuerpo en ese momento concreto, dice Hays.

Una forma de conseguirlo: Presta atención a tu cuerpo y a como se siente cuando no estás corriendo, sugiere Siik. ¿Cómo te sientes cuando te levantas de la cama por las mañanas? ¿Te sientes diferente de los días en los que sales a correr? ¿Y si te sientas a ver una película? ¿No puedes acabarla sin tener que estirar?

Todo esto, quizás, te ayude a encontrar al culpable de tu lesión y una vez que lo tienes, es posible cambiar de actitud. Siik recomienda establecer un nuevo objetivo en lo que respecta a salir a correr con el fin de aliviar el problema. Puede ser una reducción en el número de kilómetros, hacer estiramientos o correr sobre una cinta durante un par de semanas, comenta. Se trata de algo que puede ser divertido y revelador y reduce el estrés porque dispones de un plan de acción para solucionar el problema de asociar dolor con kilómetros recorridos, añade.

Compromiso de tiempo

Apuntarte a una gran carrera es la parte fácil pero encontrar el tiempo para entrenar lo necesario es difícil. No disponer del tiempo suficiente hará que lo sientas como una obligación, en vez de como una ayuda para mitigar el estrés, comenta el doctor Jeffrey Brown, profesor adjunto de psicología en la Harvard Medical School y autor de ejercicios clave para fortalecer el glúteo.

Eso puede producir emociones negativas porque, sí amigo, no todos somos pros en esto. Si nadie te paga por correr, no deberías sentir que estás obligado a hacerlo.

Si te sientes así, Brown nos dice que deberíamos decidir si tenemos el tiempo suficiente para correr y eliminar estratégicamente las barreras que nos impiden a lanzarnos a sudar la camiseta. Es posible que cocinar, limpiar y sacar tiempo para correr sea difícil. Una solución viable puede ser probar con una servicio de entrega a domicilio de comida saludable o reservar algunas horas de los domingos para preparar las comidas de la semana. Solucionar los problemas de otros ámbitos de tu vida puede ayudarte en última instancia a cambiar tu actitud hacia salir a correr para que las cuestas no se te hagan tan cuesta arriba.

Objetivos

Cuando tus objetivos están influenciados por otras personas, a veces, puedes acabar olvidando el motivo por el que empezaste a correr. La presión de otros colegas se da en todas partes y la comunidad de los runners no es una excepción. Esta situación puede producir estrés o aburrimiento porque puedes empezar a ver tus entrenamientos como otra cosa aburrida que tachar de la lista de cosas que hacer en vez de como algo que te aporta felicidad.

Muchos runners se acaban dando de bruces con una pared de monotonía si repiten una y otra vez los entrenamientos para el mismo tipo de carrera, nos explica Siik. (Como, por ejemplo, hacer una segunda maratón en vez de cambiar a una carrera de 10 kilómetros para centrarse en la velocidad en vez de en la resistencia). Creo que los runners son exploradores por naturaleza y cuando pierdes ese sentimiento de exploración, todo se puede volver demasiado plano y tu actitud, pues también.

Antes de firmar en la inscripción de la carrera, Brown sugiere que hagas un análisis real de los motivos por los que quieres correr. Los fines sociales están muy bien pero, a lo mejor, no son suficientes para motivarte hasta el final, añade. Si no lo haces de corazón o si tienes una agenda tan ajetreada que te va a ser difícil entrenar y te angustia enfrentarte a los kilómetros, plantéate cambiar la distancia o probar con un nuevo formato de carrera (¿alguien se apunta a una carrera sobre barro?) para volver a activar tu sentido de la aventura.

Vía: Runner's World. Traducción: blarlo.com