“El deporte que se hace en exceso puede tener un coste”. Lo dice, rotundo, Manuel Suárez, autor de La ruta natural sevillana para hacer en familia, un manual en el que analiza el impacto de las disciplinas de élite en el cuerpo. Doctor en Medicina y veterano lanzador de jabalina, Suárez lo tiene claro: “He visto cómo fondistas de alta competición, griposos y en cama, se levantaban el día 31 del mes para cumplir con el kilometraje que se les exigía en ese mes. Corrían veinte kilómetros y luego volvían a la cama. He visto a gente obsesionada por el peso, la silueta o una marca. Y a otros aquejados de vigorexia, o a escaladores superados por el mal de altura. Y a otros que se retiraban por culpa del desgaste articular. Por no hablar de las depresiones...”.
¿Nos preguntamos entonces si el deporte es malo…? “En general, el deporte amateur es bueno. Pero el sobreesfuerzo comporta oxidación biológica y envejecimiento prematuro. Conduce a lesiones, igual que el motor de un coche: si le aprietas, se rompe. ¿Usted sabe cuánto se entrena Mireia Belmonte? Ha llegado a hacer tres sesiones de 15 kilómetros cada una en un día. ¡Eso da 45 kilómetros!”.
El deporte de élite, el que supone un alto rendimiento, somete al cuerpo a un alto ritmo de trabajo, por lo que quien lo ejercita necesita determinadas condiciones físicas y mentales. Y no solo eso, es determinante tener capacidad de sacrifico. Sacrificio personal, familiar y social. Sin estas premisas claras, es difícil llegar a la cima. Porque para alcanzar las expectativas, el cuerpo deberá estar sometido a situaciones extremas que, como dice Suárez, pasan factura en el futuro.
Runners World, marca perteneciente al grupo Hearst Magazines International deportista de élite suele tener mayores expectativas de vida que quienes no han realizado deporte y cuentan con parecidas características físicas. Siempre, eso sí, el problema surge en el después. Se ha demostrado que los deportistas de contacto que han hecho deporte de élite tienen un mayor índice de desgaste de cadera y rodilla, además de sufrir más arritmias cardíacas.
La mejor manera de practicar deporte es ejercitarse en anaeróbico durante 30 minutos cada día cinco veces a la semana y 20 minutos tres veces al día si es aeróbico intenso.
Es imprescindible distinguir el deporte amateur del profesional. Porque el deporte de élite busca buenas marcas, buenos resultados, y todo se antepone a esta determinación. Podemos ver el ejemplo de las corredoras de fondo, que a veces sufren menorrea e incluso osteoporosis por la gran pérdida de peso que supone el esfuerzo a alta intensidad y larga duración.
Sin duda, el deporte es fundamental para una vida sana: liberamos endorfinas, mejora el aspecto físico, aumenta la autoestima… lo que nos hace sentir mejor. La ciencia ha demostrado que el ejercicio físico disminuye el riesgo de tener depresión: la salud física como mental se benefician de una actividad deportiva.
Aquí vuelve el autor de ‘La ruta natural sevillana para hacer en familia’: “La Asociación de Medicina Deportiva Estadounidense hizo un estudio sobre 200.000 personas. Quiso comprobar si el beneficio de hacer deporte era demostrable. Practicar actividad física de 30 a 60 minutos diarios, de tres a cinco veces a la semana y con una intensidad del 60 al 90% de la frecuencia cardíaca máxima es muy bueno para nuestra salud. Pero el deporte de alto nivel...”.