Odei Jainaga rompió la barrera. Cuando nadie lo esperaba, como suceden estas cosas, un 17 de febrero de 2018 en Castellón, el eibarrés de entonces 20 años mandaba una jabalina más allá de la línea de los 80 metros, a 80,64 metros para ser exactos, por primera vez en España y cruzaba una frontera vedada para el atletismo español en su disciplina más atrasada. Poco importaba que hace 100 años, en la primera participación olímpica española en Amberes 1920, compitiera Ignacio Izaguirre, o que Calendario Maratones 2025 a finales de los años 50 llegara más allá de los 100 metros con el estilo giratorio inspirado en la barra vasca, que fue prohibido. A las grandes competiciones ni se accedía: Julián Sotelo acudió al Mundial de Tokio 1991 y a los Juegos de Barcelona, Rafael Baraza se hizo un hueco en el equipo del Europeo de 2010, también en Barcelona. Y hasta ahí.

Ellas iban más adelantadas. La jerezana Mercedes Chilla logró el bronce en el Europeo de Gotemburgo 2006, la única gran medalla de los lanzamientos femeninos. Pero todo cambió en ese 2018. Al tiro de Jainaga le sucedió cuatro meses después otro del navarro Nicolás Quijera, que estudiaba en Estados Unidos y durante el campeonato universitario mandaba el artefacto a 80,21m. El año pasado, su hermano pequeño, Manu Quijera, le quitaba el récord de España a Jainaga lanzando 81,31 metros en Madrid. Los tres han cambiado una especialidad que ya se atreve a mirar a las competiciones internacionales.

El cuarto lanzamiento por encima de 80 metros lo tenía que conseguir uno de ellos. Ocurrió este martes 22 de julio en casa de los Quijera, pero el gato al agua se lo llevó Jainaga. En un control organizado por la Federación Navarra en el Estadio Larrabide de Pamplona, el guipuzcoano mandó el dardo hasta 80,39m en el sexto y último lanzamiento. Nicolás se quedaba en 73,15m y Manuel, lesionado, no podía competir. Era un inicio de verano inmejorable de un año que había empezado prometedor. En la primera competición en febrero, Jainaga había lanzado más de 77 metros y el confinamiento se terminó convirtiendo en una oportunidad de progresar.

Confinamiento a toda máquina

Jainaga dejó su grupo de Getxo y se fue a la casa de veraneo de Mutriku, en medio del campo con el jabalinista ruso Evgeny Zoteev, que así no se quedaría encerrado y solo en la residencia. Allí, en el campo, corriendo sobre la hierba, con una valla de alambre como línea de nulo, supervisándose la técnica mutuamente y enviando vídeos a su entrenador José Antonio García Feijoo, llegó a acercarse a 70 metros aunque, eso sí, con el truco de que el desnivel a favor ayudaba.

En la entrada de la casa se montaron un pequeño gimnasio con unas pesas. "He entrenado más de lo que he querido, aunque resultaba duro porque esa casa la relaciono con las vacaciones y el no hacer nada", cuenta Jainaga por teléfono, aunque reconoce que la compañía del ruso ha hecho el encierro más llevadero. "Comparado con la mayor parte de la gente, ha sido mejor imposible. Podíamos entrenar y salir a tomar el aire en el campo".

La práctica sobre los prados de Mutriku le ha servido además para mejorar un problema técnico del invierno, el bloqueo final, parar el cuerpo para no pasarse de la línea que marca el nulo. "Mi entrenador entonces me decía que bloqueara y no sabía cómo hacerlo, no me venía la sensación, y eso que antes lo hacía. En hierba es necesario hacerlo porque no agarra tanto como el tartán", cuenta. Eso sí, su gran estado de forma se debe al poder haber vuelto a entrenar en la pista y coger las sensaciones y al gran trabajo de gimnasio. En las últimas semanas está batiendo sus récords: dos levantamientos en arrancada con 110 kilos (tenía su marca en tres con 105kg) y quedándose muy cerca de conseguir el tercero y otra serie de tres de 170 kilos en sentadillas.

Una genética privilegiada

Odei Jainaga, que en octubre cumplirá 23 años, cuenta ya con el físico privilegiado de los mejores especialistas. Mide 1,95 metros y pesa 93 kilos y lleva la genética de su madre Cristina Larrea, tres veces campeona de España en los 90. Practicó kung-fu, natación, pelota vasca, fútbol, longitud, triple, disco...y la jabalina no la cogió hasta casi los 18. Por eso la mínima olímpica para asegurar su presencia en Tokio, nada menos que 85 metros, no la ve un imposible, incluso este verano, aunque no sirva para clasificarse todavía. En Pamplona se veía capaz de llegar ya a 80 metros, aunque no quería pensarlo para no frustrarse si no salía. "Con la fuerza que he conseguido ya, a poco que meta velocidad y chispa y baje el trabajo de fuerza sí lo veo. No me agarrota hacer pesas, pero es verdad que ayer me vi un poco lento", reflexiona.

El eibarrés se ve llegando tan lejos o consiguiendo el año que viene varios lanzamientos de 80 metros que le puedan meter entre los 32 lanzadores olímpicos por ránking. En la clasificación ahora congelada marcha 51º (Manu Quijera, 31º, estaría dentro), un dato que desconocía y que se alegra de saber: el sueño olímpico es posible para alguien al que el codo derecho ha torturado en los dos últimos años y le ha alejado de las grandes competiciones. En 2018, no pudo acompañar a Nicolás Quijera al Europeo de Berlín pese a conseguir la mínima. En esa época pasó con el quirófano y le extrayeron unos 'ratones articulares', hasta ocho pequeñas piedras de diferentes tamaños de la parte interna. Pero eso no solucionó el problema, el brazo había perdido elasticidad y dolía al lanzar. Primero usó dos coderas y luego se puso un vendaje con un esparadrapo y ahora por fin consigue lanzar con el codo desnudo y sin dolor. "Es cuestión de tiempo, de mejorar la técnica y de tener paciencia", tranquiliza.

Y sin dolor piensa en llevar la jabalina aún más allá, recuperar el récord de España, derrotar a los hermanos Quijera y seguir lanzando el próximo miércoles en Castellón, el 5 de agosto en Pamplona, con dos competiciones por confirmar en León, en Liga de Clubes del 3 y 4 de septiembre con la Real Sociedad y en el Campeonato de España de Madrid el 12 y 13 de septiembre. Más oportunidades para seguir traspasando fronteras y dar lustre a la hasta ahora pobre historia de la jabalina nacional.

odei jainaga en el campeonato del mundo sub 20 de 2017
Joosep Martinson//Getty Images

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Ismael Pérez es periodista experto en atletismo y deporte olímpico. Se enganchó en los Juegos Olímpicos en Atenas 2004 y desde entonces es feliz siguiendo competiciones desde la tribuna de prensa, hablando con los deportistas, siguiéndolos en las redes sociales y contando historias, aunque también saliendo con la bicicleta o saltando en un concierto.

Estudió la Licenciatura de Periodismo en la Universidad de Valladolid y tiene un Máster en Periodismo y Comunicación Digital en la EAE Business School de Madrid. Ha vivido en Turín y Roma y ha cubierto actualidad de todo tipo en El Norte de Castilla, El Mundo de Castilla y León, Televisión Castilla y León, Rome Reports y trabajado la comunicación corporativa en Burson Cohn & Wolfe. También ha escrito sobre grandes campeonatos de atletismo en Somos Olímpicos, Vavel o Foroatletismo y ha intervenido en la IAAF Global Running Conference en Lanzhou (China).

Con una trayectoria de más de una década en el oficio, lleva desde 2019 vinculado a Runner's World, Men's Health y Women's Health en Hearst Magazines y escribiendo sobre actualidad del atletismo de competición, carreras populares, triatlón, trail running, olimpismo aunque a veces también le ha tirado al ciclismo, la escalada, la vela, la natación, el tenis, el piragüismo, el judo, el snowboard…o cualquier cosa que tenga hueco en los Juegos Olímpicos (que no Olimpiadas).